EN VOZ BAJA: Un vistazo al aula.
- Arq. Fátima Moctezuma

- 31 ago
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 sept
El espacio también educa.

Hay quienes dicen que mientras haya un maestro y disposición, se puede enseñar en cualquier lugar. Y aunque hay algo de cierto en eso, también hay una gran trampa: usar la vocación docente como excusa para ignorar el entorno físico en el que se enseña.
Como arquitecta sé que no todos los muros son iguales. Un aula con filtraciones no solo afecta la salud; también genera distracción, incomodidad y apatía. Un salón sin ventanas o sin ventilación crea ambientes difíciles de habitar incluso por adultos. ¿Qué esperamos entonces de un niño de 9 años?

La arquitectura escolar es parte fundamental del proceso educativo. No es solo “el lugar donde sucede.” sino una herramienta que puede reforzar o sabotear la experiencia de aprender. Por eso duele ver cómo se improvisan espacios, cómo se adapta un contenedor o una bodega para dar clases, sin luz natural, sin aislamiento acústico, sin mobiliario adecuado.
Y cuando lo comentamos entre madres, muchas veces la respuesta es resignación:
“Al menos tienen escuela.”
“Podría ser peor.”
“Así estamos todos.”
Esa normalización es peligrosa. Porque cuando dejamos de exigir, dejamos de construir. Y entonces, lo que empezó como una solución temporal de alguna carencia o de algún problema, se convierte en el estándar. Como arquitecta, madre y usuaria del sistema escolar público he estado en reuniones de padres donde lo urgente tapa lo importante: recoger dinero para rejas, para impermeabilizar, para pintar los baños o que simplemente funcionen.

Pero también sabemos que esas acciones no deberían recaer solo en la comunidad. Hay responsabilidad administrativa por parte de las autoridades de la escuela y después se vuelve pública, cuando ya le compete a nuestros funcionarios, que están encargados de supervisar que todo funcionen como debe ser, pues existen derechos básicos que no se están garantizando.

También sé que no todas las familias tienen las mismas posibilidades. Hay escuelas donde las cuotas voluntarias pesan como un compromiso inalcanzable. Hay madres que no pueden asistir a reuniones porque trabajan jornadas dobles, padres que no saben cómo participar porque nunca fueron escuchados como ciudadanos. No todos tienen el tiempo, los recursos o la formación para involucrarse activamente. Y eso está bien. Porque el problema no debería resolverse desde la caridad ni desde el esfuerzo individual: debería resolverse desde el derecho.
Por eso insisto en que la responsabilidad es compartida, pero la obligación es del Estado. No podemos seguir confiando en que la buena voluntad de algunas familias o docentes que solventen las carencias arquitectura escolar debe pensarse con justicia, con equidad, y con el mismo respeto para una primaria rural que para un colegio en zona metropolitana.
Recuerdo la primera vez que llevé a mi hija a conocer su primaria. Era una escuela pública, pequeña, en apariencia funcional. Pero bastó cruzar el portón para darme cuenta de todo lo que no estaba bien: los muros sin aplanar, los baños cerrados por fallas en la tubería, los techos con láminas sueltas. Vi su cara cuando entró al salón: curiosidad, sí, pero también confusión. ¿Así se ve una escuela?, parecía preguntarse. ¿Así empieza esto?

Tiempo después, supe que parte de la estructura quedó inhabilitada tras el sismo de 2017 y fue clausurada por ser un riesgo para los niños. Padres y madres lo señalaron con preocupación. Sin embargo, la respuesta no fue la rehabilitación ni el refuerzo.
La dirección y el Estado optaron por construir nuevas aulas en el extremo opuesto del patio… y no se volvió a hablar del tema. Las peticiones para dialogar con los responsables escolares fueron ignoradas. Y meses más tarde, instalaron una techumbre. Si, una techumbre metálica en medio del patio escolar, sobre la única cancha de basquetbol que hay, en donde ahora se realizan eventos escolares. ¿Funciona? Claro, pero… como si un techado pudiera acallar las exigencias reales. Como si el espacio inseguro pudiera esconderse bajo una sombra nueva. Como si el gesto político bastara. Y así han sido un sin fin de situaciones.


Lo más duro es ver cómo incluso entre madres y padres, la conversación gira en torno a quejarse de los libros, al gobierno, de los mismos docentes y de las diferencias entre una escuela privada y una pública, pero pocos se detienen a hablar del peligro físico que sigue ahí, intacto. Esa parte clausurada, ese muro agrietado, ese silencio compartido. Ese problema tangible e inmediato que día con día crece la probabilidad de no solo derrumbar los frágiles pilares de la educación si no de evidenciar la falta de unidad entre nuestra comunidad. La infancia no debería crecer entre grietas y nosotros no deberíamos acostumbrarnos a verlas. Porqué una escuela que se cae, no solo amenaza cuerpos, también fractura futuros.
Como madre, no puedo quedarme callada. Como arquitecta, no puedo mirar hacia otro lado. Y como ciudadana, no pienso normalizar el silencio.
Las escuelas públicas del Estado de México no necesitan más pintura: necesitan cimientos nuevos, cimientos de justicia, de visión, de dignidad.

Si has vivido algo similar en la escuela de tus hijos, o si adviertes condiciones estructurales que ponen en riesgo a la comunidad escolar, puedes presentar una queja formal ante las siguientes instancias:
Instituto Mexiquense de la Infraestructura Física Educativa (IMIFE) contacto@imife.edomex.gob.mx
TEL. 722 213 0884(Es el órgano estatal encargado de la seguridad en edificaciones escolares.)
El equivalente a nivel federal es:
Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED)Sitio web oficial (actualmente está redirigido o fusionado dentro del portal de la SEP): https://www.gob.mx/inifed
Correo general SEP: quejas@sep.gob.mx
Teléfono de atención: 800 288 66 88 (TELSEP)
El INIFED es un órgano descentralizado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y fue responsable, por ejemplo, del programa Escuelas al CIEN y de supervisar obras escolares en colaboración con los gobiernos estatales.
Secretaría de Educación Pública (SEP)Órgano Interno de Control (para quejas sobre servidores públicos o servicios educativos):
Ciudad de México: 55 3601‑8650
ext. 66224, 66242, 66243 y 66244
Lada sin costo: 01 800 2288 368 (de lunes a viernes de 10:00 a 18:00 )Correo: quejas@sep.gob.mx




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